Carta a Elsy Reyes

Mi estimada y nunca bien ponderada Elsy doy respuesta a la petición que me hiciste, después de tu experiencia en un programa en Televisa donde un entrevistador (Esteban Arce), prácticamente no te dejó hablar; emitió sus creencias con mucha vehemencia y cortó “la entrevista” de forma por demás violenta.

La experiencia que tuviste servirá para templarte y de seguro obtendrás muchas enseñanzas. Aprenderás que no basta ir con la mejor de las intenciones a compartir tus conocimientos pues, con frecuencia la gente no soportará que tus argumentos vayan en contra de sus creencias. Además, no toda las personas recurren al diálogo en esas circunstancias y cuando se sienten incapaces de rebatir lo que se les plantea recurren a la descalificación o al grito.

Por cierto con frecuencia el Sr. Arce habló de normal y natural, enfatizando que la homosexualidad no era ni la una ni la otra. Como bien sabes esas palabras no conviene usarlas en el ámbito de la Sexualogía porque, la mayoría de las personas las usa desde el punto de vista valorativo y no desde el descriptivo. Por ejemplo, las cifras de desnutrición en infantes, menores de cinco años fue de 17.8% en México; es tan alta su frecuencia que, estadísticamente resulta normal pero ello no significa que sea algo deseable. (1) De acuerdo a diversas investigaciones la homosexualidad masculina tiene una frecuencia de 10% y la femenina 5% con lo que ambas pueden considerarse normales.

Pero me remitiré a tu petición:

… diferencias entre una orientación sexual y una preferencia sexual. Igualmente, y de acuerdo a tus investigaciones y trabajo si consideras que una orientación nace con nosotros o surge a través de las diversas experiencias. 

Para mi, la Orientación sexual se refiere a la atracción erótica que una persona tiene hacia individuos de:

  • su mismo,
  • diferente o
  • de uno y otro sexo.
  • De acuerdo a lo anterior hay tres orientaciones, las enlisto en orden alfabético:
  • Bisexual,
  • Heterosexual y
  • Homosexual.

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Desde mi punto de vista, la Orientación sexual es algo con lo que nacemos aunque, en sociedades como la nuestra se insiste en que la gente debe ser heterosexual, motivo por el cual, desde la más tierna infancia se les educa para sentir atracción por las personas del otro sexo.

Las actitudes frente a las orientaciones diferentes a la heterosexual han sido varias, incluso en las mismas sociedades. En la Grecia clásica fueron aceptadas las relaciones homoeróticas entre el tutor y su pupilo imberbe, motivo por el cual después de la pubertad, en caso de continuarlas eran mal vistas; dicen que a partir de esas épocas se inventaron muchos remedios para depilar.

En sociedades tribales, entre las que destacan Los Sambia de Papúa Nueva Guinea descritos por Gilbert Herdt, los jóvenes les practicaban felatio a los guerreros y bebían el semen pues consideraban que de ese modo se transmite la masculinidad.

Hay quienes afirman que en el ejército espartanos, no sólo eran comunes las parejas homosexuales entre los soldados sino que incluso se alentaba su formación pues se creía que de ese modo lucharían con fiereza contra cualquier enemigo que amenazara a su amado compañero.

No obstante, han existido épocas y lugares donde los encuentros homosexuales han sido perseguidos, juzgados y castigados incluso con la pena de muerte; recordemos que a finales del siglo XIX y principios del XX, en Alemania, el médico  berlinés Magnus Hirschfeld realizó campañas de diverso tipo con el fin de erradicar las penas existentes contra los homosexuales. Cerca del final de su vida viajó por Japón, China, EUA, Israel, Grecia y otros países intentado convencer a la gente que la homosexualidad no era una entidad patológica.

A lo largo de la historia la homosexualidad ha sido considerada como:

  • un pecado,
  • perversión,
  • enfermedad y finalmente como
  • orientación.

A principios del siglo XX algunos médicos señalaron que era un padecimiento psiquiátrico y se inventaron diversas estrategias con el fin de “curarla”; esta postura tiene varias aristas pero una muy interesante es que algunos homosexuales se sintieron bien, dado que en vez de ser acusados de desviación ahora podían decir que estaban enfermos y por tanto no eran culpables de esa situación.

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A finales de los setentas los resultados de una investigación (“Preferencia Sexual: Su Desarrollo en Hombres y Mujeres”) realizada por Bell, Weinberg y Hammersmith cambiarían el rumbo de la historia porque se comprobó que ninguna de las hipótesis psicoanalíticas para explicar el origen de la homosexualidad era cierta. En 1974, la Asociación Psiquiátrica Americana borró a la Homosexualidad de su lista de Enfermedades mentales. En vista del nombre de la antecitada investigación, varios autores usan el concepto de “preferencia”, sin embargo, al revisar el Diccionario de la Lengua Española me topo con las siguientes definiciones:

Preferencia: 

  1. primacía, ventaja o mayoría que alguien o algo tiene sobre otra persona, ya en el valor, ya en el merecimiento.
  2. Elección de alguien o algo entre varias personas o cosas.

Queda claro que cuando se elige, se pone en práctica la libertad, se escoge y por tanto se rechaza.

Orientación:

  1. Acción y efecto de orientar
  2. Posición o dirección de algo respecto a un punto cardinal.

Orientar:

  1. Dirigir o encaminar a alguien hacia un lugar determinado.

Aquí no interviene la voluntad; a uno podrán insistirle en que se relacione con determinadas personas pero si no concuerda con su Orientación, no lo hará.

Es necesario distinguir entre conducta sexual (lo que hago) y la orientación sexual (quién me atrae). Una persona homosexual puede tener relaciones heterosexuales como una estrategia para sobrevivir en una sociedad homófoba pero no lo hace porque sea lo que más le agrade.

Mis preferencias las ejerzo en la comida, en la forma de vestir, en los espectáculos y otras cuestiones más pero en lo tocante a la orientación hacia otros humanos,  por el momento sólo hay de tres sopas:

  • Bisexual,
  • Heterosexual,
  • Homosexual y capaz que también
  • Asexual.

Concluyo señalando que ninguna de las orientaciones es patológica, todos forman parte del abanico de potencialidades de la sexualidad humana.

Y como dijo aquel bardo:

Ahí les dejo mi reputación para que la destrocen.

 

Bibliografía

  1. Hernández Franco Daniel, Barberena Rioseco Cristina, Camacho Prudente José Ángel y Vera Llamas Hadid. Desnutrición infantil y pobreza en México. Cuadernos de Desarollo Humano No. 12. Secretaría de Desarrollo Social. México, octubre, 2003.

 

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