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¿Quiénes tienen más empatía los hombres o las mujeres?

Para entrarle al tema vale la pena considerar lo que el Diccionario de la Real Academia Española dice al respecto,

Empatía: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Suena bien la definición aunque una más conocida es aquella que la describe como: la capacidad de ponerse en los zapatos del otro. 

Aunque gran cantidad de investigadores la consideran una característica, específicamente, humana la lectura de los diarios con abundancia de crímenes y guerras pareciera desmentirlos. ¿Será que los criminales carecen de empatía? o

¿será que se puede influir para que no la ejerzan? y por tanto

¿podemos hacer que se desarrolle?

Más adelante veremos que una gran cantidad de estudiosos del tema dicen que es un rasgo heredado filogenéticamente pero, también hay quienes afirman que es el medio donde crecemos el que influye para que la tengamos o no.

Aunque cueste trabajo creerlo, para tener una idea de lo que le acontece a una persona no necesariamente debe uno pasar por la misma situación y quizá ni haberla experimentado; lo anterior lo avala Salvatore M. Aglioti quien labora en el Departamento de Psicología de la Universidad de la Sapienza de Roma , cuando afirma: … las áreas del cerebro que se activan cuando ves  una determinada emoción en una persona, son las mismas que se activan cuando tú la expresas. Quizá eso suceda porque somos seres gregarios y al resultar benéfico para la convivencia terminó por conservarse; el mismo autor señala: cuando te pinchas con una aguja o te cortan de una relación se activan estructuras mentales semejantes; esto significa que duele. Cada dolor se tiñe de diversas características y habrá quien lo perciba más o menos pero, a final de cuentas las sensaciones suelen ser displacenteras. Dicho lo anterior ahora es más fácil entender el fenómeno de la empatía.

Las mujeres tienen más desarrolladas esta característica y los hombres suelen ser más vengativos. (1) Esta aseveración es compartida por la inmensa mayoría de las personas, sin embargo, de inmediato surgen cuestionamientos:

¿se trata de una característica genéticamente determinada?

¿obedece a la forma como ellas han sido educadas?

¿existen impedimentos, genéticamente determinados, para que el varón sea empático? o

¿puede aprender la gente a ser empática?

Rememorar las propias experiencias puede ayudar pero sólo un poco; a medida que ampliemos la memoria surgirán ejemplos que contradicen lo antes propuesto; de seguro recordaremos mujeres siniestras y hombres nobles. Sin embargo, es necesario ir más allá del hecho anecdótico y es ahí cuando los estudios pueden ayudarnos.   

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Que las mujeres puntúen más alto en empatía puede relacionarse con que, en sociedades como la nuestra, han sido socializadas para comprender y compartir, tanto los sentimientos como las emociones de los otros. Tradicionalmente se espera que ella se preocupe por los demás. Resulta frecuente hallar en investigaciones sobre género, narraciones donde la madre era la que comía al último y en múltiples ocasiones su dieta era muy exigua, por la simple y sencilla razón de que había dejado lo mejor para su pareja y sobretodo sus hijos; como dato curioso es menester evocar que hasta en eso se jerarquizaba ¿recuerdan aquel mensaje de Cuando la leche es poca al niño le toca? Pues había quien lo tomaba al pie de la letra porque se le proporcionaba más las criaturas de sexo masculino que a las niñas. Una alumna de un seminario de Psicoterapia compartió haberse sentido muy molesta con su hermana menor, durante una reunión familiar porque a la hora de servir las viandas, al guisado de su mamá no le puso carne; cuando le reclamaron ella contestó: A mi mami nunca le ha gustado la carne, recuerdo que cuando éramos chicas, nunca la comías. La madre entre: sorprendida, enojada, divertida y confusa respondió: No me servía porque no alcanzaba, no porque no me gustara.

En relación con la crianza de los chicos es fácil recordar que se insistía en que debían sobresalir en las actividades que realizaran; se les animaba y a veces se les exigía en triunfar a costa de lo que fuera.

Cuando surgen las diferencias o disgustos en las reuniones femeninas los gritos pueden menudear pero, pocas veces se llegará a los golpes; en contraste entre varones, de los gritos y los empujones se pasará a las opiniones manuales. Sin embargo, debe quedar claro que lo anterior no puede generalizarse.  

Franz de Waal, primatólogo y etólogo holandés, profesor de Psicología en la Universidad de Emory y director del Living Links Center en el Yerkes National Primate Research Center en Atlanta y a quien en el 2007, la revista Life escogió como uno de los 100 científicos y pensadores más importantes de ese año, asegura que la empatía la compartimos con antropoides entre los que destacan:  los bonobos: El núcleo de la empatía es el ser afectado, emocionalmente, por los demás; e insiste en que esta característica existe en especies diferentes a la nuestra.

Comenzó a estudiar el tema desde los noventas; después de él otros han replicado investigaciones similares pero las han realizado con otro tipo de animales como: ratones, monos, simios, elefantes o delfines.

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Mercado de Antigua, Guatemala

Franz de Waal habla de contagio emocional cuando el estado emocional de un individuo hace que otro adopte un estado igual o similar; una criatura que observa llorar a otra puede, al cabo de un corto tiempo romper en lágrimas; películas como El campeón también ejemplifican lo antes mencionado.

Se acepta con relativa facilidad que hay una identificación con los sentimientos de miembros de la misma especie; como los monos Rhesus descritos por Weckhin y Masserman que dejaron de comer hasta cinco días al advertir que cuando jalaban una palanca que les daba comida, al mismo tiempo le producía una fuerte descarga eléctrica a otro mono. Pero puede parecer increíble aquel simio, descrito por de Waal que ayudó a un pájaro herido. Por eso resulta pertinente recordar lo dicho por Stephen Jay Gould: ¿Por qué habría de ser nuestra maldad el bagaje de un pasado simiesco y nuestra bondad únicamente humana? ¿Por qué no habríamos de ver continuidad con otros animales también en nuestros rasgos “nobles”. (2) Piénsese cuántas veces achacamos nuestros comportamientos agresivos a una herencia animal o nos sorprendemos cuando individuos de otra especie se comportan tiernamente. Para explicar esta tendencia de Waal usa el concepto Antropodenial, es decir, el rechazo, a priori de similaridad entre los comportamientos animal y humano. (3) Con gran frecuencia se nos olvida aquello de que si bien: No todos los animales son humanos, todos los humanos somos animales.

Debo admitir que no me satisface del todo el concepto de empatía, es decir, no basta con identificar lo que siente el otro, hace falta ir más allá y luego de saber ¿qué puedo hacer al respecto? ¡Hacerlo! 

Veo a la empatía como una especie de hipo que puede surgir de súbito y con mucha intensidad para, más temprano que tarde desaparecer, esto es, no necesariamente mueve a la acción es similar al dolor experimentado al golpearse el codo: muy intenso pero dura poco. Si no me lo crees responde:

  • ¿qué ha pasado con las muertes de Juárez y todos los feminicidios en nuestro país?
  • ¿con todos los asesinatos que con lujo de violencia, día a día, se suceden y en este México?
  • ¿y las muertes de las criaturas de la guardería del IMSS en Hermosillo?
  • ¿y los jóvenes asesinados hace unos días en una fiesta en Ciudad Juárez?
  • ¿y los pobres que cada día son más numerosos?
  • ¿y la gente de Haití? y
  • mejor ya no le sigo.

Franz de Waal y otros investigadores han descrito episodios donde simios, elefantes, ballenas o delfines al ver que uno de sus semejantes está en problemas se lanzan en su ayuda ¿por qué lo hacen? ¿qué ganan con ello? ¿estamos frente al origen del altruismo? ¿es más redituable éste último que el egoísmo? ¿puede cultura modificar a natura?

Creo que si hay una herencia filogenética pero, también que podemos reforzarla sobretodo si enseñamos a nuestras criaturas a:

  • observar a los demás con atención,
  • sondear en los sentimientos y emociones que experimentamos,
  • tomar en cuenta los sentimientos ajenos,
  • reconocer que nuestros actos tienen consecuencias, tanto en nosotros mismos como en otros.

Acciones de ese tipo ayudarán a que los hombres dejemos de ser analfabetas sentimentales porque querámoslo o no, en términos generales, ellas suelen ser más empáticas.

Bibliografía

  1. Las mujeres tienen más empatía que los hombres. Heraldo de Soria. Julio 13 del 2007.
  2. De Waal Franz. Primates y filósofos. La evolución de la moral del simio al hombre. Editorial Paidós. España, 2007.
  3. Scarfo, Daniel. Animal y vida social: entrevista a Franz de Waal. Sábado 10 de noviembre de 2007. Lecturas imposibles. blogspot.com