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Villahermosa

La segunda semana de julio me tocó dar a conferencia Sexualidad y Erotismo en Villahermosa, Tabasco. Ciudad verde como pocas, aquí he visto algunos de las ceibas, Pochotas les decimos en Veracruz, más hermosas; ese árbol me maravilla a tal grado que ya pedí depositen mis cenizas en las raíces de uno de ellos. Entiendo a la perfección porque los mayas lo consideraban como el árbol sagrado de la vida y de la sabiduría.

Esta tierra vio nacer a un personaje tan interesante como Tomás Garrido Canabal y al gran poeta, filósofo, antropólogo y museólogo Carlos Pellicer.

El clima era bochornoso pues pese a estar nublado había más de 40 grados de temperatura. Le hicimos los honores a unos tamales de Chipilín y una probadita de Pejelagarto; no podía faltar, por supuesto el agua de horchata.

Adquirimos salsa de chipilín y chocolate para degustarlos en la Ciudad de México; las artesanías en este rincón de nuestro país también son atractivas y baratas.

El sábado por la mañana y dado que ya he visitado varias veces el Museo de la Venta acepté la sugerencia para conocer el Zoológico Yumká, el cual está a unos cuantos metros del aeropuerto. Dicen que su nombre significa Duende que cuida la selva; resulta totalmente adecuado porque desde la entrada se topa uno con un espacio muy cuidado o mejor dicho respetuoso del ambiente.

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El día estaba bastante nublado pero decidí salir sin sombrero o paraguas y no me arrepiento de ello porque, el mojarme con la lluvia me remontó a mi infancia cuando uno de las principales diversiones era meterse en los charcos para atrapar guarasapos, los cuales han disminuido de forma importante quizá por el uso de yerbicidas y plaguicidas.

Al caminar los primeros metros explota el color de las guacamayas, el verde amarillo de los loroes y nos cautiva la pureza del blanco de una cactúa de moño, un loro surafricano; me llama la atención que las personas que se acercan a estas aves, de inmediato les hablan para ver si les responden o al menos, les imitan. Intentamos ver a los manatíes pero quizá por efecto de la lluvia nunca aparecieron.

Cercados por malla metálica un tigre de bengala y otro más pequeño pero blanco; estos felinos me parecen majestuosos. También tienen jaguares. Por el clima o por mala suerte se colocan en lugares poco adecuados para una buena foto pero, de todas maneras se disfruta su presencia aunque el espacio en el que se encuentran es pequeño.

Un guía nos llevó por un camino semejante a la selva, árboles de distintos tipos, infinidad de plantas, llega poca luz al suelo; nos dice que hay infinidad de animales y menciona que siguen existiendo selvas en México, yo pensaba que habían desaparecido, será cosa de ponerme a investigar; quisiera estar en un error pero hasta donde yo sabía, técnicamente ya no tenemos selvas en este país.

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Poco después llegó un tractor con varios carros con bancas nos pasearon por la sabana, advertimos varias clases de antílopes, cebras, unos animales entre búfalos y toros cuyo nombre no recuerdo pero provienen de la India y hasta alpacas; de lejos vimos un par de rinocerontes; un elefante a menos de 20 metros, lo mismo que jirafas. Jamás vimos hipopótamos aunque nos aseguran que si cuentan con ellos.

El zoológico de 31 hectáreas cuenta con las condiciones climatológicas idóneas para muchas de las especies pues incluso tiene varias lagunas, sin embargo, debe molestarles el ruido de los aviones pues, insisto está a unos cuantos metros.

El aviario es pequeño, resulta muy atractivo el poder entrar y sentir el batir de las alas. Hay cotorros, patos, un pelícano, gansos, cisnes, gallinas de Guinea, la comida alcanza para todos hasta para los tordos que vienen a este espacio sólo a comer.

Lo bueno de la pertinaz llovizna fue que nos vimos libres del ataque de los mosquitos.

Visitar Tabasco requiere, al menos, de una semana para recorrer sus impresionantes tesoros entre los cuales destacan: las ruinas de Comalcalco, los pantanos de Centla, el Museo de la Venta, el parque Tomás Garrido Canabal y por supuesto el zoológico Yumká.