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Cuernavaca

El 22 de julio en Cuernavaca Morelos impartí la conferencia Sexualidad y erotismo.

Cuando éramos estudiantes de la Facultad de Medicina de la UNAM y a principios de los setentas, infinidad de fines de semana los pasamos en esta ciudad en casa de Víctor; cuando comenté que varias veces incursionamos por Cañón de lobos, una voz al fondo del salón gritó: De seguro en la Huerta, los varones rieron a mandíbula batiente y es que se refería a un cabaret famoso en aquellos tiempos; aquí entre nos, tuvo razón.

Cuando uno escucha Cuernavaca de inmediato piensa en vacaciones de fin de semana. Con independencia de las condiciones climatológicas del D. F. se confía en que después de Tres Marías el sol brillará intensamente; por cierto es obligado hacer un alto en el camino para saborear tacos de barbacoa; quesadillas de flor de calabaza o huitlacoche o cuitlacoche como señala el DRAE que debe decirse, de cualquier forma es delicioso. Me llama la atención que a veces no es posible hallar quesadillas de queso, las hay de: picadillo, papas con chorizo, carne, papa, etc. Para los tacos, como para la mayoría de las comidas de nuestros puestos lo fundamental son las salsas y de entre éstas las molcajeatadas.

En esta ocasión la lluvia disminuyó pero sólo un par de horas, motivo por el cual aproveché la tarde para visitar el Museo del Palacio de Cortés menos conocido como Cuauhnahuac; tiene algunas piezas interesantes pero de nueva cuenta me parece que la iluminación podría mejorarse para observar mejor las piezas, aunque quizá tratan de recrear las condiciones ambientales previas al uso de la luz eléctrica.

En esta ocasión una pieza llamó mi atención, a lo mejor porque cada vez es más difícil hallarlos, se trata del Cuexcomate un silo usado desde tiempos prehispánicos, la gente de los pueblos dice que funciona de forma excelente para guardar los granos de maíz, a salvo de los hambrientos y terribles roedores. Más allá de sus bondades para conservar alimento tan vital en nuestras tierras, me parece una pieza hermosa; la forma, el equilibrio, los materiales con que lo hacen todo ello la hace armoniosa. Por desgracia ya casi no se usa, si acaso como miniaturas para los turistas; los de tamaño normal han dejado de construirse, es probable que resulte caro para campesinos que apenas y tienen para sobrevivir y también cada vez es más difícil encontrar artesanos dispuestos y con el conocimiento necesario para fabricar estas piezas que por supuesto son únicas.

En esta ocasión me faltó tiempo para ir al mercado a disfrutar la barbacoa acompañada por el refrescante tepache y menos aun los jumiles, manjar que no todo mundo se atreve a degustar y menos aun vivos, aunque cuando así se hace, debe tenerse cuidado que no escapen del taco pues pueden meterse por las narinas y entonces si a estornudar a todo pulmón.

Siempre se despide uno de Cuernavaca, confiado en que muy pronto retornará, en mi caso espero que así sea pero sobretodo, que pueda permanecer más tiempo en La ciudad de la eterna primavera.