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Vacas, cerdos, guerras y brujas

Harris Marvin. Alianza Editorial. Antropología. 

Edición 12a. España, 2008

Pequeño gran libro de 247 páginas; dividido en 12 capítulos. Escrito en un lenguaje accesible que permite una mejor comprensión aunque eso no signifique se trata de un texto simplista.

El autor revisa temas que, tradicionalmente, han sido considerados como enigmáticos lo cual, palabras más palabras menos significa que no vale la pena tratar de explicarlos; si el tópico ha sido un misterio por los siglos de los siglos no vale la pena intentar desentrañarlos. Por fortuna, Harris se rebela contra ello, como lo ha hecho a lo largo de su obra y nos lleva a recorrer diversos escenarios, algunos desconocidos.

La curiosidad insaciable de la gente y las dudas de sus alumnos lo han estimulado para que se lance a averiguar numerosos tópicos y señala de manera contundente: si pensamos que un enigma no tiene respuesta, nunca la encontraremos. Creo que algo así ha sucedido con un sin fin de injusticias, sin duda alguna nos hace falta nuestro Mexicoleaks o WilkiMéxico.

Harris analiza en primer lugar a la vaca, objeto de veneración del pueblo hindú, Al igual que María es para los cristianos la madre de Dios, la vaca es para los hindúes la madre de la vida. Con mucha diligencia revisa el comportamiento de los pobladores del segundo país más poblado del planeta, el cual también es uno de los que padece más hambrunas y sin embargo, la gente se resiste a dañar a sus vacas; incontables voces claman que debieran comerse las reses y aliviar sus sufrimientos, pero Harris nos enseña que la estrategia milenaria tiene suficientes razones para hacerla útil y valiosa. La vaca cebú es un animal que produce poca leche por lo cual su valía reside, más bien, en su capacidad reproductora de machos que ayuden a la agricultura pero no sólo eso, esas reses se usan también como transporte y su excremento (boñiga) sirve como combustible, para recubrir el suelo y por supuesto como abono. Cuando se revisa el gasto energético por naciones nos topamos con que el vecino país del norte es quien tiene el consumo más alto y la India uno de los menores. Los estadounidenses crían ganado para alimentarse de él y tienen enormes sembradíos (3/4 partes de su tierra) para producir alimentos para esos animales; dado que el excremento no lo usan como abono, deben producirlo, eso sin contar con la contaminación ambiental producto de los gases producidos por las reses. Al pueblo hindú le resulta muy redituable cuidar sus vacas aunque ante determinadas circunstancias tienen estrategias para deshacerse de ellas si es que el gobierno no las aloja cuando las encuentra vagando por las calles.

El análisis de los cerdos lo realiza desde dos perspectivas la Porcofobia y la Porcofilia. La primera bien conocida, pues la mayoría de la gente esta enterada que los judíos (aunque conozco algunos que disfrutan como pocos los tacos de carnitas) y algunos musulmanes tienen prohibido comer carne de puerco. Desde luego la mayoría de la gente acepta que su deidad les ordenó abstenerse de comer la carne de ese animal y hay quienes afirman que fue por cuestiones higiénicas, no obstante, Harris nos dice, que las condiciones geográficas de las tierras donde vivió el pueblo hebreo en sus orígenes resultaban inadecuadas para la crianza de los cerdos, y quizá porque para algunos tal comida era un manjar se estableció el tabú. Por otra parte algunos habitantes de Nueva Guinea llevan una relación muy peculiar con los cerdos, durante un tiempo variable, difícil de calcular, crían a esos animales con mucho cuidado; muchos extranjeros pueden interpretar esos actos como amor. Las mujeres se dedican a la recolección y como de costumbre, son las que llevan la mayor cantidad de alimento a la familia pero también a los cerdos. Sin embargo, llegado un determinado momento (por lo general, cuando hay una gran cantidad de puercos, algunos de gran tamaño), en que se organiza una ceremonia denominada Kaiko consistente en la matanza de la casi totalidad de su piara; invitan a grupos vecinos y comen hasta hartarse, una gran cantidad de ellos debe vomitar, sólo para regresar a ingerir. Pasada esa ceremonia de nueva cuenta se crían con extremo cuidado los puercos hasta que llega el tiempo de otro Kaiko. En esto también encuentra Marvin Harris explicaciones; señala que de continuar alimentando a sus animales serían tantos que pondrían en peligro la supervivencia del grupo pues los recursos de la tierra serían insuficientes.

De modo semejante el autor revisa el resto de los temas y nos encontramos con cosas como que el exterminio de las Brujas pudo ser un distractor, una especie de Chivo expiatorio para que el pueblo sospechara, desconfiara y se enemistara con sus vecinos en vez de acusar a los gobernantes o a los ministros religiosos. Por cierto, en la mayoría de los gobiernos han aparecido ese tipo de seres, recuerden en la época de Salinas de Gortari al Chupacabras y en la de Fox al Hombre bobo; perdón por el chistorete.

No me convence del todo el capítulo dedicado a las guerras donde esboza la teoría de que, son una especie de control demográfico pero habrá que analizarlo con detenimiento. Aunque la guerra como estrategia reforzante del machismo, si es una realidad.

Llama la atención lo que dice respecto a los Mesías guerrilleros y el porque evolucionaron hacia un Mesías en busca de la paz.

El libro hay que leerlo con cuidado pues nos invita a revisar otras fuentes para entender mejor su contenido pero, ni duda cabe que nos enriquecerá pues muchas de sus aseveraciones sirven para los hechos que presenciamos o sufrimos en la actualidad.