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Celos ¿Y te acostaste con él? ¿Y la amas?

Por Francisco Delfín Lara

¿Por qué los cuestionamientos  son planteados de acuerdo al sexo?, sobran las hipótesis pero, no sólo por parte de cualquier mortal (que en estos tiempos tenemos más probabilidades de serlo pese a lo dicho por nuestras autoridades, incluso las sanitarias) si no que también estas preguntas las han suscrito especialistas de diversas nacionalidades.

Hera la tercera esposa de Zeus que por cierto era su hermana mayor, fue una celosa empedernida aunque el jefe supremo del Olimpo le daba motivos para ello pues como se dice en México

Le tiraba a todo lo que se movía

La forma como Hera usaba su poder para castigar a algunas de las conquistas de su olímpico cónyuge son dignas de analizar porque, con gran frecuencia se excedía, aunque cabe preguntarse ¿por qué seguía con Zeus?

Agustín de Hipona (354-430) cuya vida está colmada de episodios amorosos (Remember Flora Emilia) comentó:

El que no está celoso no está enamorado.

Agustín de Hipona

Mi tía Canuta le decía a mis hermanas:

Si te ama es porque te cela.

La tía Canuta

Moraleja, los celos aumentan la calidad del amor pero, cuidado porque ante su inexistencia habrá quien se lamente de que no le aman lo suficiente.

Quizá conozcamos a personas que se hayan sentido bien cuando fueron celadas, pero cuando la conducta extra-ordinaria se convertía en consuetudinaria las cosas se transformaban en martirio. ¿Han escuchado?:

No me molesta que salgas con tus amigos, confío en ti ciegamente pero, de ellos no me fío ni tantito.

Según este individuo, ella puede ser manipulada por cualquiera.El celoso al sentirse herido, desconfía de todos y más de su pareja, lo que ella haga causa sospechas y por eso diseñará estrategias para controlarla aunque, él también quede controlado. Para complicar más el asunto Proust sentenció:

Nada podemos saber de los seres a los que amamos.

Proust

Pero el celoso no se rendirá, e  intentará conocer todos los pensamientos de su pareja los actuales y futuros pero sobretodo los pasados. Lo que encuentre lo acomodará para corroborar sus hipótesis, para revolcarse en su dolor y sentirse con el derecho de satisfacer sus ánimos vindicativos. De modo que si tu pareja inquiere acerca de tus experiencias pasadas, considera lo que me comentó un consultante:

“Cuando se empieza a hablar sobre las relaciones anteriores prefiero no preguntar porque después duele y si me preguntan no respondo, porque después no olvidan”

Cuidado  con quien comente: “sólo necesito saber unas cuantas cosas más y luego asunto olvidado:

  • Él: ¿cuántas veces tuvieron relaciones? ¿cuántas orgasmos tuviste con él? ¿fue mejor amante que yo?
  • Ella: ¿te sientes más feliz con ella? ¿qué le has contado de mi? ¿y la amas?

Existen personas que propositivamente, provocan celos en su pareja o dicho de manera más popular Les dan picones, pero las cosas pueden salirse de control y producir resultados indeseados.

Hubo quienes mencionaron que, lo mismo que machos de otras especies, el celoso está interesado en garantizar que la descendencia sea suya; y aunque los humanos solemos considerarnos como el Acmé de la creación  seguimos enfrentándonos a una realidad apabullante: la difícil tarea de demostrar la paternidad. Ella jamás dudará de su maternidad, quizá por eso siga vigente la respuesta que un profesor le dio al alumno que preguntó:

Profesor ¿cuál es la diferencia entre fe y ciencia?

Verá UD -dijo el viejo profesor- la fe es un conjunto de creencias que no exigen comprobación; por otro lado la ciencia se refiere a conocimientos obtenidos luego de profundas y sesudas observaciones, las cuales son sometidas al análisis y a la reflexión, es decir, se trata de algo objetivo. De modo que cuando UD señala a una mujer y nos dice “Esa es mi madre” eso es ciencia; en cambio cuando UD señala a un hombre y nos dice “Ese es mi padre”, debo decirle querido alumno, que eso es FE.

Levy y Kelly, hablan de la existencia de hombres que al igual que la mayoría de las mujeres, consideran que la traición emocional es más dolorosa que la infidelidad sexual (4). Aunque UD no lo crea.

La mayoría de las personas habla de una situación triangular en el caso de los celos, pero Davis afirma que es como un cuadrado: celoso, celado, rival y cultura (5). La observación es muy interesante porque deja ver que, la sociedad en la que crecimos, nos enseña que sentir y como comportarnos.

Después de experimentar los celos se ha observado:

  1. La existencia de más violencia contra la pareja que contra el rival y esa violencia puede alcanzar tintes muy altos que pueden llegar incluso al homicidio o al suicidio.
  2. Que ellas se culpen puede deberse a que, tradicionalmente se les ha responsabilizado  de que el matrimonio navegue por aguas tranquilas.
  3. Ellos culpan a la pareja o al rival, es decir, se colocan en calidad de víctimas.
  4. Es más factible que ellas acepten estar celosas; al varón le cuesta trabajo hacerlo, quizá porque sería una especie de reconocimiento de inferioridad o de debilidad.

Para rematar Armando Chulak define al bígamo como:

“una especie de ciervo doble”.

Armando Chulak

El celoso hace sufrir y sufre, pues suele colocarse por debajo de cualquier rival, en su mente su pareja se fijará en cualquier persona y teme que todos le superen.

“La Rochefoucauld” (1613-1680) comentaba respecto a los celos:

Nacen más bien del amor a si mismo que del amor a otros.

“La Rochefoucauld” (1613-1680)

Esto es, me niego a perder a alguien que considero de mi estricta propiedad, alguien para quien yo debiera ser su todo; la herida narcisista  es brutal. Por eso Alberoni advierte:

Estamos celosos sólo cuando es la misma persona a la que amamos la que se deja raptar, seducir, llevar por otro, cuando lo prefiere a él en vez de a nosotros. Los celos son siempre traición de la exclusividad. (6)

El golpe a la autoestima es demoledor, resulta difícil aceptar que quiera irse de nuestro lado, se juzga como la máxima traición aunque jamás se haya hablado de exclusividad y aunque el celoso en alguna ocasión haya sido infiel pues dirá:

Alberoni

Lo mío fue distinto, yo no amaba a la otra persona, sólo fue un arrebato pasional.

El celoso dispone de una ingente cantidad de racionalizaciones para justificar sus actos.

Los celos puede experimentarlos cualquier persona, por ello conviene reflexionar en lo dicho por Clanton y Smith:

Lo que determina si nuestros celos son
<<normales>> o <<anormales>>,
<<sanos>> o <<patológicos>>
no es este <<chispazo>> en sí, sino
lo que hacemos con él (8).

Clanton y Smith

Cuando el barreno de los celos comienza a penetrar nuestra autoestima, valdría la pena hacer un alto en el camino y analizar

¿qué tan cierto será esto que experimento; que me hace sospechar y temer que mi pareja está interesada en otra persona? Quizá todo se deba a un mal entendido.

Sin embargo, si esto me ha ocurrido en varias ocasiones quizá sea tiempo de dejar de sufrir y solicitar ayuda profesional.

Tüllmann, un estudioso de sociedades no industrializadas afirmaba:

Aún entre nosotros, los celos pueden explicarse casi exclusivamente como debidos sobretodo al deseo de poseer en derecho a la persona que nos los provoca (10).

Tüllmann

La realidad es que lo único que poseo es mi forma de reaccionar; mi pareja es otra persona que acepta estar conmigo y lo hace por razones, como:

le gusto, le agrada mi forma de ser, compartimos sueños, se siente segura a mi lado y lo ideal sería permanecer de este modo hasta que ambos queramos hacerlo, por tanto, podría modificarse aquello de que se casan

Hasta que la muerte los separe por Hasta que la muerte del amor los separe.

Ortega y Gasset decía:

Yo soy yo y mi circunstancia
y si no la salvo a ella no me salvo yo.

Ortega y Gasset

El celoso percibe algo (real o imaginario) que su pensamiento acrecienta y lo introduce en una dinámica de la cual resulta, sumamente difícil escapar pero que también se constituye como una oportunidad para templarse y actuar con sobriedad; no hay un determinismo que nos lleve a realizar, en automático lo mismo a hombres y mujeres; cada uno elige quiéralo o no lo que hará, quizá por eso Tördjman define a los celos como:

Encuentro entre una estructura y una coyuntura. (11).

Tördjman

Esos sentimientos surgen en un ambiente que ha influido desde la más tierna infancia, en la mente del individuo; esa persona tiene una constitución concreta, de modo que de esa mezcla emerge una persona específica; las combinaciones pueden ser infinitas, lo mismo que los comportamientos aunque conservamos en la memoria, preferentemente aquellos que resultan más dramáticos como el del pintor Juan Pablo Castel ese personaje, sin par que Ernesto Sabato retrató de forma magistral en su novela El túnel, la cual vale la pena leer.

Cano y colaboradores comentaron:

Ponerse alerta ante la percepción de una posible amenaza sería una respuesta adaptativa, pero la intensidad de la reacción, la conducta percibida como amenazante, las respuestas permitidas y las emociones asociadas serían prescritas socialmente. (12).

Cano y colaboradores

Por supuesto que reaccionaremos ante todo aquello que atente o creamos que atente contra nuestra relación, pero tras un momento de calma sería interesante averiguar que tanto encaja en mi lo dicho por May (no digo su nombre para que no piensen que es puro rollo):

¿Por qué estoy tan bajo de autoestima?

May

Nos sentiremos mejor cuando aceptemos que:

Mi sensación de seguridad y confiabilidad hacia mi pareja más que estar, estrechamente relacionada con mi confianza en mí mismo, emana de esto último.

Y no lo olviden, Oj-Allah pronto volvamos a coincidir.

Bibliografía:
  1. White, Greg, citado por Ayala, Malach, Pines. Aprender a manejar los celos. Inteligencia emocional. http://www.inteligencia-emocional.org/cursos-gratis/celos/index.htm
  2. Bringle y Buunk, citados por Reidl, Martínez, Lucy, Ma. Celos y envidia: emociones humanas. Colección Postgrado UNAM, 2005:119.
  3. Fisher, Helen. El primer sexo. Las capacidades innatas de las mujeres y cómo están cambiando el mundo. Editorial Taurus. España, 2000:331
  4. New explanation for sex differences in jealousy. The Free Library. http://www.thefreelibrary.com
  5. Reidl, Martínez, Lucy, María. Celos y envidia: emociones humanas. Colección Postgrado UNAM, 2005
  6. Alberoni, Francesco. Te amo. Editorial Gedisa. España, 1997:100
  7. Pasini, Willy. Los nuevos comportamientos amorosos. La pareja y las transgresiones sexuales. Editorial Grijalbo. España, 2005:239
  8. Clanton, G. y Smith, L.G. Anatomía de los celos. Editorial Grijalbo. España, 1981:24.
  9. Ayala, Malach, Pines. Aprender a manejar los celos. Inteligencia emocional. http://www.inteligencia-emocional.org/cursos-gratis/celos/index.htm
  10. Tüllmann, Adolf. Vida amorosa de los pueblos naturales. Editorial Círculo de Lectores. España, 1971:142
  11. Tordjman, Gilbert. (1988). La pareja. Editorial Grijalbo. México:279
  12. Canto, O.J.M.; García, L.P. y Gómez, J.L. Celos y emociones: factores de la relación de pareja en la reacción ante la infidelidad. Athenea Digital. No. 15:51

Fetichismo

Por Francisco Delfín Lara

Para una gran cantidad de personas este término evoca al individuo que subrepticia y sigilosamente se desplaza por las azoteas robando ropa interior femenina para masturbarse en su casa, donde vive solo pues es incapaz de relacionarse. Lo anterior es fácil de decir, pero difícil de comprobar porque casi nadie sabe donde ponen a secar su ropa interior las mujeres.

Para las mentes conservadoras solazadas en tratar de controlar el comportamiento ajeno, el ejemplo anterior, sin forzosamente poder generalizarse, se convierte en la perfecta excusa para despotricar contra todo aquello que no se realice como ellas determinan, señalan, advierten u ordenan.

Sin embargo, vale la pena comenzar el análisis del tema desde el principio.

En primera instancia se dice que esta palabra proviene del portugués “Feitiço” cuyo significado es “hechizo”; apareció en francés allá por 1757 por parte de Charles de Brosses (1). Esta propuesta es muy de mi agrado, porque el fetichista queda hechizado, encantado o cautivado con un determinado objeto confiriéndole significados especiales y por tanto muy personales.

Durante mucho tiempo a conductas de este tipo se les consideró como aberraciones, perversiones o desviaciones, basta con leer “Psicopatía sexual” (1886) de Richard von Kraft-Ebing, autor para el cual el acto sexual debía estar encaminado hacia la reproducción, cuando ese no era el propósito principal los individuos recibían tales calificativos. Visto con cuidado dichos conceptos más que descriptivos resultaban valorativos, esto es valoraban negativamente tales conductas.

Freud, atinadamente, señaló que la conducta sexual infantil era polimorfa y perversa; lo de poliforma hacía alusión a que son muy variadas las formas de expresión, y lo de perverso hacía referencia a que fuese cual fuese el comportamiento no llevaría a la reproducción. Hasta ahí todo estaba bien, el problema surgió cuando se generalizó, que el fin de todo encuentro sexual debía ser la reproducción. La Biblia lo menciona, si una religión propone tales mandatos a sus seguidores está en todo su derecho, el problema emergió cuando un grupo de médicos hizo eco de lo anterior y clasificó a quienes no se comportaban de ese modo como enfermos, susceptibles de recibir tratamiento.

Andando el tiempo se intentó erradicar los términos peyorativos y substituirlos por otros más neutros como “Parafilias” neologismo de John Money que, etimológicamente, significa “A un lado del amor”, un poco más suave, pero “a un lado”, significa algo así como lo permitiré porque soy muy magnánimo y te tolero.

A principios de los 80´s en México y en IMESEX, algunos hablamos de Expresiones comportamentales de la sexualidad, y poco después se redujo a expresiones de la sexualidad. La propuesta era que tales comportamientos existían potencialmente en todos los seres humanos, que tenían dos dimensiones una no erótica y otra erótica; ambas con distintos niveles que iban desde la expresión cero o nada hasta exclusividad, la cual aunque difícil no resulta imposible. Debe quedar claro que exclusividad hace alusión a que sólo ese comportamiento funciona para obtener satisfacción sexual o el orgasmo.

En el caso concreto del Fetichismo, y de acuerdo a nuestra propuesta se dice que la inmensa mayoría de las personas tienen un fetiche, si no me lo creen pídanle a una mujer que les muestre su cartera, aparte de las credenciales que resultan indispensables en esta sociedad pues sirven para demostrar que uno es en realidad quien dice ser, muchas traen fotos de alguien por quien experimentan afectos. Los hombres no escapan a esto, abundan quienes igual cargan fotos familiares, y no faltan taxistas que cuelgan del espejo retrovisor el zapato de su hija o nieta; esos objetos tienen un simbolismo específico que les hacer rememorar de forma vívida a una persona. Con inusitada frecuencia se atribuyen al objeto o imagen características milagrosas. Todo lo anterior en el plano no erótico. Y quizá entrando a un terreno que puede considerarse como riesgoso y resbaladizo podríamos pensar igual son fetichistas las personas que usan amuletos o guardan imágenes a las que atribuyen poderes, la mayor parte de las veces sanadores aunque existen variedades que se invocan para causar mal. Mi tía Camila Cienfuegos Oliva cuando salía de su pueblo para ir a México (Así se decía), siempre cargaba una cartera en el seno con estampas de San Judas Tadeo, San Cristóbal y San Miguel, espero coincidan conmigo en que podría considerarse “Fetichista no erótica”. Cualquier parecido con alguien que conozcan será mera coincidencia.

En el terreno de lo erótico es fácil imaginar o recordar al joven que robó las pantaletas de una hermana, prima o vecina y se masturbaba con esa prenda, ya sea viéndola, oliéndola o portándola; lo anterior sirve para entender que estos comportamientos se van entretejiendo y ejemplifican un patrón complejo, pues está el fetichismo, pero si también le atrae el olor hablaríamos de “Rinofilia”, si disfruta el tacto agregaríamos “Tribofilia”, y así podríamos seguir explorando otros sentidos y haciendo más interpretaciones.

¿Puede considerarse lo anterior una patología?

De acuerdo al esquema propuesto existen un par de marcadores a ser tomados en cuenta:

1. Cuando el sujeto se siente mal con su comportamiento y pide ayuda, o

2. Cuando causa perjuicios a otras personas, las cuales pueden llegar a demandarle, por ejemplo, si ya dejó sin tangas a las vecinas de su condominio, y le sorprendieron, es muy factible que lo demanden ante la justicia. En ese caso tal conducta se convierte en un delito, y por tal motivo puede ser canalizado para recibir tratamiento; aunque lo más factible es que se haga acreedor a un castigo.

Pero ¿habrá qué hacer algo con esos individuos que no molestan a otras personas? Si cumple con sus obligaciones, civiles, religiosas y hasta fiscales, y tiene ese tipo de conducta ¿a quién daña? Para acotar un poco más, rara vez las personas con rasgos fetichistas llegan a consulta por motu propio.

¿Cuándo puede hablarse de patología?

Quizás cuando dicho comportamiento se realiza en exceso, o dicho de otra forma, cuando actúa compulsivamente, a tal grado que no cumple con sus actividades cotidianas o éstas se ven alteradas y presenta problemas familiares, escolares, sociales o legales.

Puede darse el caso de que se sienta atraído por objetos, o por partes del cuerpo de otra persona, a lo cual se ha llamado “Parcialismo”, las más mencionadas en la literatura son los pies, y no sólo los pies deformados (para ellos formados) de las mujeres chinas en los siglos pasados, sino los pies por sí mismos, a los cuales el brindarles cierto tipo de tratamientos (caricias) les lleva a excitarse y en ocasiones les permite alcanzar el orgasmo. La mayor parte de las veces se trata de una actividad consensuada, motivo por el cual no resultaría punible. Y es que en el ámbito de la sexualidad

“Se vale todo, siempre y cuando exista acuerdo, no se vale hacer algo en contra de la voluntad de otra persona”.

Como dato curioso abundan quienes afirman que los hombres heterosexuales, por lo general, fragmentan a las mujeres cuando las miran, existen ciertas partes del cuerpo femenino que llaman la atención con mayor intensidad: las nalgas, los pechos, las piernas, la cara, el pelo, y un gran etc. etc. Sugiero pongan atención a los comerciales y analicen el uso que hacen de la figura femenina; desde algún tiempo, Photoshop ha permitido destacar y exagerar aquellas zonas consideradas como erógenas.

Stoller un sexólogo muy connotado decía que

“Un fetiche es una historia disfrazada de objeto”

Robert Stoller

señalaba que el fetichista prefiere un objeto a la persona, el cual a veces necesita robar. Afirmaba que el placer se incrementaba pues el objeto siempre estaría disponible para usarlo cuando y como se le antojara, al fetichista y que, incluso podría destruirlo.

Rodrigues un sexólogo (amigo) brasileño, habla de factores predisponentes, por ejemplo, la dificultad para establecer relaciones interpersonales o una pobre autoestima. Sin embargo, podemos señalar que lo anterior puede ser causa o consecuencia.

Otros autores enfatizan que una conducta pertenece al ámbito de las parafilias cuando se da exclusividad, de modo que si eres como el Aventurero no eres un parafílico porque de acuerdo a la canción:

“Me gustan las altas y las chaparritas, solteras y viudas y…

Los problemas pueden surgir sobretodo en pareja, cuando la conducta no se le ha compartido a la otra persona y descubre algo que le llama la atención, pero además le impacta. Si al individuo, por ejemplo, le gustan las tangas y su pareja descubre que tiene una colección, o una que no le pertenece de inmediato elaborará infinidad de hipótesis que pueden ir desde

“Tienes una amante o eres gay”.

La vergüenza de haber sido sorprendido dificulta el brindar una respuesta coherente. En cambio si le comparte que le gusta realizar el acto sexual de determinada forma y la pareja se atreve a probar cómo se siente al colaborar puede: disminuir su angustia, y en dado caso hasta enriquecer el encuentro sexual.

Quienes acuden a tratamiento con un profesional que maneje dichos casos, no se verá compelido a dejar de hacer aquello que le agrada, más bien se le animará lo mismo que a su pareja a explorar diversas maneras de relacionarse, y después, tomar decisiones de manera responsable e informada.

Podrá parecer un chascarrilo pero si pensamos con detenimiento quizás estemos de acuerdo con que

“El fetiche no es tan problemático como
el metiche que urga en lo que no le interesa”.

Y no lo olviden, Oj-Allah pronto volvamos a coincidir.

Bibliografía:
  • Wilkipedia. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Fetichismo
  • Arango de Montis. “Sexualidad humana”. Editorial Manual Moderno. México, 2011
  • Bancroft john. “Humanista sexuality and ITS problemas”. Churchil Livingstone. ELSEVIER. 2009
  • Cabello Santamaría Francisco. “Manual de sexología y terapia sexual”. Editorial Síntesis. España, 2010
  • Gotwald HW y Gale HG. Sexualidad la experiencia humana. Editorial Manual Moderno. México, 1983
  • Kolodny, RC, Masters WH y Johnson VE. “Tratado de medicina sexual”. Edición Revolucionaria. Cuba, 1985.
  • Kolodny RC, Masters WH y Johnson VE. “La sexualidad humana”. Editorial Grijalbo. España, 1987
  • McCary JL, McCary SP, Álvarez-Gayou JL, Del Río C. y Suárez L. “Sexualidad humana de McCary. Editorial Manual Moderno. México, 1996
  • Rodrigues Oswaldo. “Sexología clínica. Una visión Latinoamericana”. Editora LP Books, 2014

Varón, cómo mejorar tu erotismo

Por Francisco Delfín Lara

Este relato se refiere a un tiempo pasado o mejor dicho a un tiempo que quisiera hubiéramos superado, esto es que las cosas ya no fueran como lo aquí narrado, pero tú me ayudarás a dilucidar si tengo razón o no. Así que escucha y opina, por favor.

Aunque una gran cantidad de personas insistía en que la actividad sexual debía ser algo sumamente placentero, la realidad es que la sociedad nos proveía con pocas estrategias para alcanzar tal fin. La socialización impartida a la inmensa mayoría de los varones de sociedades como la nuestra enfatizaba que, debía ser un individuo a quien sólo le atrajeran las personas del otro sexo. Quizá por ello no se le hablaba de selectividad, al contrario, se le hacía saber que debía sentirse atraído por cualquier tipo de mujer. Jamás se le dijo que  procurara el disfrute de la otra persona, nada de eso, más temprano que tarde introyectaba que lo importante era penetrar y por supuesto eyacular.

Por otro lado, puede afirmarse que a la mujer el tema de la sexualidad le estaba vedado y se consideraba de mal gusto que insinuara algún interés por el mismo.

Como bien sabemos los factores adquiridos, en los primeros años de nuestra existencia, repercuten en nuestras actuaciones y querámoslo o no también se manifiestan a lo hora de tener relaciones sexuales.

Describo a continuación una serie de estereotipos masculinos que existían y me permitirán desarrollar el tema.

  1. El funcionalista: para el sujeto que se hallaba en la parte superior de esa escala erótica, cada experiencia sexual se presentaba como una magnífica oportunidad donde demostrar su potencia; pero para el que ocupaba la parte inferior de la misma, cada actividad sexual se constituía como una terrible prueba. No obstante, para ambos la erección era la parte medular del acto, siguiéndole en importancia la eyaculación, más allá de sí se alcanzaba o no el orgasmo. Tengamos presente que aunque eyaculación y orgasmo, la mayoría de las veces suceden al mismo tiempo, son fenómenos diferentes. Queda claro que lo fundamental era el adecuado funcionamiento. La erección era la prueba máxima de masculinidad, de ahí que muchos parfraseaban a Rene Descartes diciendo: “Se me para, luego existo”. El no tener la erección hacia que el individuo se sintiera humillado y poco hombre.
  2. El focal: a veces se detenía en una región corporal específica, casi siempre la misma ignorando el resto. Pechos, nalgas y genitales, eran las áreas donde con mayor frecuencia concentraba su atención. Solía dar unos cuantos toques hasta que se excitaba y entonces procedía a penetrar.
  3. El gran pretencioso: es el que afirmaba conocer, incluso mejor que su propia compañera, las caricias idóneas para excitarla y llevarla al orgasmo. Si ella se atrevía a decirle que prefería otras distintas intentaba convencerla de que nada sabía al respecto, o se retiraba indignado y ofendido por no apreciar sus esfuerzos.
  4. El gaucho veloz: para este varón lo más significativo era responder de inmediato. Por lo general tenía una erección instantánea seguida de una, no menos rápida, eyaculación. Desde el punto de vista reproductivo actuar de ese modo se constituía como una ventaja, pero para su pareja que posiblemente buscaba placer, las altas y cotidianas velocidades sólo significaban malestares, frustraciones y a la larga: RESENTIMIENTOS.
  5. El insaciable: estaba convencido de que su apetito sexual era el idóneo. Desde tiempo inmemoriales la inmensa mayoría de la gente ha creído que los varones son quienes tienen mayor deseo sexual. En la actualidad y aun antes de la pandemia, cada día son más las parejas donde las quejas en torno a las pocas relaciones sexuales son emitidas por las mujeres. El no aceptar que mi compañera tenga un mayor grado de deseo que el mío origina una gran incomodidad en vista de que no encaja en lo estipulado por la sociedad y puede llevarme a que la acuse, al menos de… ninfómana.
  6. Bicman o el hombre “Bic”: Aseguraba que no sabía fallar, no obstante, ante la más leve modificación en su rutina  amatoria, este varón experimentaba algo de miedo y en el supuesto de que las modificaciones aumentarán o hubieran insinuaciones inesperadas el miedo se transformaba en pánico.
  7. El torero: para este individuo la relación sexual se dividía en tres tercios: en el primero daba unas cuantas caricias y de inmediato llamaba a los picadores, esto es en el segundo tercio acontecían la penetración y eyaculación; en el tercero, aunque soñaba salir en hombros o dar la vuelta al ruedo por su magnífica actuación, solían no alcanzarle las fuerzas y simplemente se dormía.

Quiero enfatizar que estas caricaturas son fruto de mi mente perversa, cualquier semejanza con algún conocido de antaño o de la actualidad, es pura y simple coincidencia.

Me gustaría que ese tipo de hombres hubiese evolucionado, pero en el supuesto de que aun existan, sugiero aprovechen la encerrona obligatoria y ensañen algunas de estas estrategias que quizás les permitan disfrutar más, en pareja los encuentros eróticos.

  1. Un poco de flexibilidad: lo ideal es tener en mente que el encuentro con la compañera es un acto en el que se busca pasarla bien y no siempre debe finalizar con un coito.
  2. Considerar a las caricias como valiosas en sí mismas: Es evidente que algunas nos gustan más que otras pero no por eso han de menospreciarse. Si somos capaces de mantener alejada de la mente la idea de la obligatoriedad de la penetración podremos disfrutar tocamientos que en primera instancia no son elevados a la categoría de erógenos.
  3. Disminuir nuestra sensibilidad a la crítica: Si conseguimos esto podremos ser mejores amantes. Cuando se hace cualquier tipo de programa una de sus partes más importantes es la evaluación del mismo. Por medio de esta actitud las acciones se afinan y es posible una mejora sustancial. Lo mismo ocurre tratándose de las expresiones sexuales.
  4. Erotizar mis acciones: considerar que cada uno de los momentos es único y por tanto insustituible. Cada vez que mis manos la tocan es una oportunidad para dibujar de nuevo su silueta; cada palabra murmurada en el oído es algo así como agregar eslabones a una cadena que en esencia le enfatiza que la deseo; cada mirada es como un manto que la cubre para que pueda admirarla más y mejor; cada vez que aspiro su aroma es como si ella me penetrara y tomara posesión de mí; cada vez que gusto sus diferentes sabores tengo la impresión de que apenas la conozco pero quedo conminado a seguirla disfrutando.
  5. Jugar con picardía: El acto sexual puede ser serio porque implica, sobre todo, acuerdo pero no tiene porque ser solemne y mucho menos acartonado. Se vale divertirse, variar, inventar y olvidarnos del: sale pan con lo mismo.
  6. Aceptar, sin temores cuando ella sea propositiva: esto es, erradicar de nuestra mente la sentencia que me señala como quien debe llevar la pauta a la hora de hacer el amor. Nada más alejado de la realidad, esta es una actividad compartida que se enriquece en la medida en que ambos contribuyen con su imaginación y creatividad.
  7. Agradecer que tiene conocimientos sexuales y disfrutarlos, en vez de romperme la cabeza intentando imaginar como pudo adquirirlos.
  8. Saber que ella no es una posesión mía a la que puedo usar cuando se me dé la gana. Mi pareja es un ser humano, con el cual no siempre habrá coincidencias, pero cuando ella accede a mis peticiones, lo correcto es actuar en consecuencia.
  9. Ella tiene derecho al placer sexual: es mentira que cuando dos se aman con uno que disfrute, basta. Hacer el amor es un proceso en el cual, los integrantes de la díada se aventuran a la búsqueda de satisfactores, para ambos. El placer se percibe a lo largo del acto y seguramente, después del mismo.
  10.  Nada de cumplir: esta actividad alcanza sus máximas realizaciones cuando se lleva a cabo por mutuo acuerdo. Si se ejecuta a modo de tarea, cansa y produce bastante dolor.
  11.  Olvidarse del orgasmo al mismo tiempo: Las modas cambian a cada rato. Primero dijeron que las mujeres no disfrutaban y por lo tanto, el hombre se centraba en su propio placer. Después se mencionó que podían llegar a un orgasmo o a muchos, dependiendo de la pericia del varón. Más adelante alguien sentenció que alcanzar el clímax al unísono es la máxima experiencia. La realidad es que el orgasmo es un disfrute individual durante el cual uno tiende a aislarse del mundo. Me parece que lo ideal es colaborar para que ambos disfruten en vez de empecinarse en, sincronizar los cronómetros, ya que eso suele ser un distractor capaz de producir frustraciones.

Quiero finalizar señalando que menciono los cambios que a mi juicio requerimos los varones pero, me parece que ambos miembros de la pareja tienen que poner de su parte para elevar el grado de disfrute y conscientizar que el erotismo no sólo está presente en las cercanías del lecho. En la medida que me muestre atento e interesado por mi pareja ella me corresponderá. Siempre será bienvenida esa señal indicadora de que no sólo la amo sino que la deseo. Jamás se cansará de escuchar frases tiernas, afectuosas y por supuesto también apasionadas. Despleguemos todas las estrategias necesarias para cumplir con aquella sentencia que nos ubica como el animal más erótico. Aprovechemos todos los recursos con los que contamos para alejarnos de esa añeja tendencia al sufrimiento.  Disfrutemos cada instante al máximo sabiendo que el placer sexual no es algo malo y puede incrementarse en la medida que lo compartamos con nuestra pareja.

Bibliografía:
  • Delfín Lara Francisco. Le daré otra oportunidad. En Sex populi. Editorial Alfil. México, 2009:39
  • Roels Rick & Janssen Erick. Sexual and Relationship Satisfaction in Young, Heterosexual Couples: The Role of Sexual Frequency and Sexual Communication. J Sex Med 2020;17:1643e1652