Zacatecas

El 19 de agosto, en esta hermosa ciudad me tocó dar la última conferencia sobre Sexualidad, erotismo y artritis reumatoide.

Para mi muy particular gusto, el centro de Zacatecas es el más hermoso de todas las ciudades, al menos, de la República Mexicana. Caminar por él, es una de los mayores agasajos para la vista; los edificios de cantera muy bien cuidados invitan a sentarse para contemplarlos con toda la calma del mundo. Admiras uno y el siguiente no desmerece en lo más mínimo. Las callejuelas con atrevidas pendientes invitan a la aventura pero debe tenerse buena condición física porque esta ciudad pareciera pensada para caminarla y en un descuido puedes cansarte, no obstante, podrás tomarte un café y a seguirle.

La limpieza, envidiable, de sus calles las hace parecer más amplias, más tranquilas y tiene uno la sensación de que puede uno permanecer en cualquier rincón a descansar el cuerpo pero también la mente, es decir, invita a la reflexión.

En esta ocasión cumplí uno de mis mayores anhelos, visitar el altar de la catedral que recientemente realizó Javier Marín uno de mis artistas favoritos; el detalle de poner al lado del templo la cabeza de Juan el Bautista me parece sensacional; me tocó ver a varias personas curiosear ante la monumental pieza, no daban crédito a lo que veían y muchos se atrevieron a tocarla. Pero al entrar y contemplar el altar me asaltaron un cúmulo de emociones muy intensas, de inmediato recordé que Isabel dijo que cuando descubrieron el altar comenzó el coro de la Novena Sinfonía de Beethoven; según ella varias personas comenzaron a llorar, puedo entenderlo a la perfección. Platiqué con gente que estaba cerca del templo y sus opiniones fueron muy variadas, algunas señalaron que les encantó la obra, otras dijeron que no les agradaba pues era una mezcolanza de estilos, no obstante, algo similar sucede en la catedral metropolitana y me atrevería a decir que en casi todas las de nuestro México. Es una obra que vale la pena ver, tomarse el tiempo necesario para contemplarla aunque la luz, a veces no ayuda mucho pero quizá eso la hace parecer más misteriosa.

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Pero Zacatecas tiene muchas cosas más, habrá quien se atreva a viajar por el teleférico para llegar al cerro de la Bufa y admirar las estatuas ecuestres de Francisco Villa, Felipe Ángeles y Pánfilo Natera; descender por la misma vía para seguir bajando más y visitar la Mina del Edén. No puede uno dejar de ir a las múltiples platerías, ni dejar de comprar dulces entre los cuales destacan los rollos de guayaba, los dulces de leche y las cocadas. Cada vez que visito estas hermosas tierras espero que pase, con su burro, el vendedor de agua miel, que a mi me parece una delicia; lástima que en la Ciudad de México se hayan perdido tantas tradiciones ¿a alguien le tocó que le dieran a beber leche de burra?

Los caminos con tantas lluvias, propias de la estación, lucen verdes, pero ¿cuándo seremos capaces de aprovechar las precipitaciones pluviales?, al menos como lo hacían nuestros ancestros porque al rato nos quejaremos por la falta de agua y me atrevo a decir, que no falta mucho para que hasta guerras por el vital líquido se desaten, Oj-Allah me equivoque, pero…

Después de esta gira por varias ciudades de la República Mexicana quedo más convencido de que valdría la pena conocer nuestro territorio antes de lanzarnos a visitar otros países pues tenemos tesoros en abundancia y están al alcance de un viaje.

 

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