¿Es una infección de transmisión sexual el COVID 19?

Francisco Delfín LaraGrupo
Interdisciplinario de Sexología

Si bien cuarentena en un principio se consideraba como un lapso de 40 días, desde el punto de vista médico hace referencia a un tiempo durante el cual la gente sospechosa de algún padecimiento debe aislarse a fin de reducir la posibilidad de contagio. La séptima acepción del Diccionario de la Real Academia Española la define como: “Aislamiento preventivo a que se somete durante un periodo de tiempo, por razones sanitarias, a personas o animales”. La que estamos viviendo es el más claro ejemplo de ello pues ya suma infinidad de decenas de días, pero puede acabar siendo de meses o hasta de años, motivo por el cual ha generado inquietudes y cambios de comportamientos.

Una gran cantidad de personas pregunta si el COVID-19 puede clasificarse como una Infección de transmisión sexual, y eso nos lleva recordar lo sucedido con el VIH porque existen ciertas semejanzas. A principios de los ochentas del siglo pasado y dado el desconocimiento de esa entidad, se fabricaron falacias al por mayor, por ejemplo,  muchos consideraban que el virus podía adquirirse de muy diversas formas, incluso por medio de vectores como los mosquitos, igual por saludarse de mano o de beso en la mejilla o abrazarse. Todo ello fue fruto  de la discriminación que dañó a innumerables personas, tan es así que en un principio se habló de grupos de riesgo, y se sugería cuidarse de las Tres H’s: haitianos, hemofílicos y homosexuales. Después de mucho tiempo y numerosas investigaciones quedó claro que más que grupos de riesgo, lo más peligroso eran las prácticas sexuales de riesgo, es decir, tener relaciones coitales o hacer el amor sin protección.

La identificación de las vías de contagio: Perinatal, sexual y sanguínea permitió desarrollar estrategias para disminuir o erradicar los contagios, y ante la falta de tratamientos efectivos, se optó por lo más conveniente en Medicina, tomar medidas preventivas. Sin embargo, eso que se dice de forma tan sencilla se torna complejo ante la diversidad de grupos sociales. La mirada panorámica permitió tomar en cuenta no sólo los aspectos biológicos sino también los socioculturales; sin duda se han logrado notables avances pero aun queda mucho camino por recorrer porque después de miles de muertos, de personas que viven con el VIH y ante la mejora de los tratamientos aun siguen existiendo desigualdades, discriminaciones y hasta conductas irresponsables por parte de individuos que se ufanan de no protegerse al tener relaciones sexuales, con lo cual se ponen en riesgo, pero también a otras personas.

Retornando al motivo del presente escrito, puede afirmarse que el virus del COVID-19, se encuentra en la mayor parte de las secreciones de personas infectadas (en diferentes concentraciones), pero ello no significa que sea una infección de transmisión sexual. Pero cuidado, lo anterior no debe considerarse como un consuelo o un alivio porque aunque no se transmita por medio del semen o al tener relacionas vaginales o anales y aunque la persona use condón masculino o femenino, frente a un individuo infectado, el riesgo de contagio siempre estará presente. No perdamos de vista que hasta donde sabemos la transmisión se da por el efecto aerosol de las gotas que brotan al toser, estornudar o incluso hablar o cantar (Remember Luis Miguel).

Por la antes mencionado la Organización Panamericana de la Salud recomienda mantener una distancia de al menos un metro de las personas, pero los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades proponen que la sana distancia sea de dos metros (2020.Silberner).

Hablando de encuentros sexuales con parejas de quien se desconoce su estado de salud, la gente puede usar cualquiera de los condones, pero no deberá acercarse a menos de metro y medio de distancia a la otra persona, y por supuesto menos habrá de tocarse; ello se constituye según se tome, como  un desafío o una invitación a imaginar de qué otras formas se puede tener actividad erótica sexual sin entrar en contacto directo. No se trata de convertirse en un monje Cartujo, menos aun con las bondades de la tecnología, desde luego para quien cuente con algunas de ellas, además de los espacios que garanticen la intimidad para ponerlas en práctica frente a las cámaras, por escrito o en audio, esto es, todo aquello que sean capaces de crear o imaginar, cuidando de no subirlas al ciberespacio donde pierden todo control y pueden acabar como material pornográfico allende nuestras fronteras.

Hablando de pornografía existen personas preocupadas porque la gente menuda pueda dedicarse a buscar este tipo de material, ya no debajo del colchón o en los cajones secretos de papá o de los hermanos mayores, sino en los celulares o tabletas que están al alcance de todo mundo (2020.Perissini), bueno de algunas personas, porque quiérase o no hay gente que no sólo carece de celular, sino también de servicio de internet y vive en espacios tan reducidos que un cuarto se convierte en sala, comedor, recámara y hasta cocina. Pero para quienes si gozan de esos privilegios, resulta de fundamental importancia, estar al pendiente de los sitios que visita nuestra descendencia. Para contrarrestar tales peligros, conviene inventar actividades donde lo cibernético, por cómodo que sea, no se convierta en la parte medular; pero no faltará quien destaque la existencia de programas creados para evitar el acceso a sitios considerados como riesgosos, aunque siendo sinceros, es rara la gente adulta capaz de manejar bien la tecnología, a diferencia de la juventud que ha nacido en estas épocas de TIC’s, es decir de “Tecnología de Información y Comunicación”. Sería absurdo, a más de risible decir: “Hijo ponle este programa a tu computadora para que te impida ver cosas pornográficas”. Algunas sugerencias son bastante lógicas, pero su puesta en práctica estará rodeada de pretextos:

  1. El/la menor deben usar Internet supervisado por un adulto (responsable).
  2. Ubicar la computadora de tal modo que la pantalla sea visible.
  3. Compartir o navegar por Internet con su descendencia.
  4. Sugiera que le consulte cuando le pidan datos personales.
  5. Hable sobre la probabilidad de encontrar material pornográfico de modo que en vez de sentirse culpable, charlé con UD al respecto.

Desde luego cada punto da pie a infinidad de controversias, pero es una propuesta ante problemáticas actuales.   

Esta pandemia afecta a todo mundo pero la juventud pujante, caracterizada por intentar separarse de sus progenitores para convivir con la gente de su edad, de repente se ve recluida, y casi maniatada. Su sexualidad, quiérase o no se verá afectada, quizá comenzaba (aunque sus progenitores no lo crean) a realizar sus primeras exploraciones y de súbito el encierro le lleva al aislamiento. Lehmiller y colaboradores señalan la existencia de una especie de Revolución sexual, cibernética para más señas, en la que la juventud podrá comunicarse de muchas formas y verse compelida a hacer más frecuente aquello que había practicado antes como el “Sexting”.

La verdad es que estos fenómenos o comportamientos no son tan nuevos o consecuencia de este encierro, aunque si se han agudizado. Internet se destacó como un medio que permitía acceso a material pornográfico, chats sexuales, uso de cámaras con los cuales mostrarse, búsqueda de parejas (de todo tipo) y participar en juegos sexuales incluso en tercera dimensión, se sabía que los hombres eran los usuarios o clientes mayoritarios (2013.Riemersma & Systsma).

Quienes piensan que la presente es una época donde todo mundo pierde están en un error, pues no falta quien aprovecha los nichos emergentes, intenten averiguar cuántas App’s se han creado con propósitos erótico/sexuales y se percatarán que muchos creativos se llenarán los bolsillos de billetes. Al principio surgieron sitios gratuitos, pero al poco tiempo había que pagar para poder acceder, y se sabe de algunas personas que llegaron a tener problemas financieros por las cuentas estratosféricas que recibían, lo peor es que debían pagarse en secreto, esto es, sin que su pareja se enterara de tamaños desfalcos (2017.Wéry).

Hablando de otras estrategias viene a mi mente una consigna muy popular de los ochentas “Sólo con tu pareja”, sutil invitación que pretendía blindar las relaciones, imposible negar que sonaba bien, hasta romántico, sin embargo, era necesario enfatizar que eso funcionaría, siempre y cuando la pareja estuviera sana. Lo mismo podemos decir en la actualidad, si un miembro de la díada sale, resulta de fundamental importancia que extreme precauciones para disminuir, lo más posible las probabilidades de infectarse. En ese sentido y para quienes viven en pareja (sana) puede servirles explorar y experimentar nuevas fantasías, más allá de “Sale pan con lo mismo” o compartir fantasías sexuales; siempre y cuando dispongan del espacio, la privacidad y el estado de ánimo adecuado para explayarse. En otro momento hablaremos de la dificultad de conseguir tiempo y espacio para la pareja con hijos, pues los “angelitos” suelen desvelarse con singular alegría.   

En resumen y hasta donde se sabe COVID-19 no es una Infección de transmisión sexual, pero se contagia por medio de gotas provenientes de tos, estornudos o al hablar, también por tocar a personas infectadas. Si le confiere seguridad use condón masculino o femenino, pero absténgase de entrar en contacto con esa persona que acaba de conocer o ignora UD si está infectada. Eche a volar la imaginación y piense de qué forma se la pueden pasar muy bien, pero a distancia, algo así como a control remoto.

Bibliografía:

  1. Grubbs, J.B., Volk, F., Exline, J.J., & Pargament, K.I. (2015b). Internet pornography use: Perceived addiction, psychological distress, and the validation of a brief measure. Journal of Sex & Marital Therapy, 41, 83–106.
  2. Lehmiller J.J., García J.R., Gesselman A.N. and Mark K.P. Less Sex but More Sexual Diversity: Chamges in Sexual Behavior during the COVID-19 Coronavirus Pandemic. Leisure Science. 2020, may. https://doi.org/10.1080/01490400.2020.1774016
  3. Perissini AL, Spessoto L.C.F. and Facio Junior F.N. Does Online Pornography influence the sexuality of adolescents during COVID-19? REV ASSOC MED BRAS 2020; 66(5):564-565  http://dx.doi.org/10.1590/1806-9282.66.5.564
  4. Riemersma, J., & Sytsma, M. (2013). A new generation of sexual addiction. Sexual Addiction & Compulsivity, 20, 306–322. http://dx.doi.org/10.1080/10720162.2013.843067.
  5. Silberner Joanne. The Debate over COVID-19 Distancing: How Far is Far Enough? Medscape. August 26,2020.
  6. Wéry A. & Billieux J. Problematic cybersex: Conceptualization, assessment, and treatment. Addictive Behaviors

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