Coito no consumado

Por Francisco Delfín Lara.        Octubre 16 del 2020

Prefiero denominarlo así en vez de “Matrimonio inconsumado” porque puede ocurrir en personas que no están casadas.

El coito no consumado hace referencia a aquellas parejas en las que no ha ocurrido la penetración del pene en la vagina. Aunque parezca increíble he tenido muchos consultantes con esa problemática, la pareja más longeva que he atendido con éxito, llevaban 19 años de casados Aunque UD no lo crea.

La revisión de esos casos muestra que con gran frecuencia la información recibida en sus primeros años estuvo plagada de sentencias condenatorias respecto a lo sexual; velada en ocasiones, aunque en otras, directamente se les dijo: Esas cosas son pecaminosas; los discursos crípticos menudeaban y su confusión dejaba un halo de temor.  De igual forma, abundaban los mensajes estigmatizantes, donde con índice de fuego se  etiquetaban como perversas a quienes se atrevieran a tener relaciones sexuales fuera de lo establecido; por ello introyectaron que excitarse era algo no sólo de mal gusto, sino denigrante y evidente signo de perversión. Jamás escucharon que las relaciones coitales produjeran placer a Las mujeres decentes.

***  con ánimo edificante o mejor dicho adiestrador y amenazante, fueron instruidas para considerar al primer coito como un evento desagradable, pero por encima de todo brutalmente doloroso. Convencidas de que sus madres notarían de inmediato cuando ellas tuvieran cualquier tipo de contacto sexual, casi no incursionaron por el ámbito de los noviazgos; la mayoría señala que eran consideradas como Señoritas buenas pero sobretodo Muy serias. Creían que la pérdida del himen (suceso imperdonable) constituía una experiencia vergonzante, capaz de convertirlas en mujeres sin valor alguno, por lo cual  a partir de tal contingencia, nadie las apreciaría.

*** El parto era pintado como un evento donde a la mujer poco le faltaba para morir; por ello rehuían la más leve probabilidad de embarazo. Para que llegaran a ser Jovencitas bien portadas se les sometió a una estricta vigilancia. Los deseos de toda adolescente debieron reprimirlos pues chocaban con lo aprendido a lo largo de la vida.

El abuso sexual en la infancia fue algo bastante frecuente en estas mujeres; solían no comentarlo y aquellas que lo hicieron o no les creían o las culpabilizaban independientemente de su edad. Muchas de ellas, pasados los años se sentían culpables de tales eventos.

***Estas mujeres suelen presentar algo denominado como vaginismo (la contracción involuntaria y dolorosa del tercio externo de la vagina), por  lo  común, tanto la educación recibida como los eventos de violencia sexual son los factores que lo determinan y por extensión del coito no consumado, por eso Leiblum dijo (1995):

“El vaginismo primario tiende a tener etiología psicológica”.

Leiblum, 1995

Puesto que la mujer tiene en mente que la relación coital es un evento no sólo pecaminoso sino altamente dañino, su cuerpo evitará todo tipo de acción que tenga tal propósito. La creencia de dicho dolor hará que su cuerpo se tense, y con ello cualquier aproximación a las zonas genitales generará más tensión y por tanto aumento de la sensación dolorosa. Debe quedar claro que todo ello es involuntario.

***Quizá parezca increíble que a estas alturas del siglo XXI, existan mujeres que lleguen a la relación sexual, sintiéndose víctimas propiciatorias para un sacrificio, pero las hay porque fueron programadas para considerar que el dolor sería al menos, terrible.

Aunque menos común, la no consumación de la cópula se da porque él presenta: disfunción eréctil; discontrol eyaculatorio (eyaculación precoz); homosexualidad o aversión sexual, sin embargo, lo cotidiano es que la causa sea femenina, y también existen casos donde ambos miembros de la díada tienen problemáticas sexuales.

Cuando después de vencer innumerables obstáculos llegan a ese primer encuentro sexual, si el varón es tan inexperto como ella, sus bruscos acercamientos, confirmaran sus expectativas en torno a que se trata de algo desagradable a más de doloroso. Una escena contada casi de la misma forma por estas féminas es que tendidas boca arriba con las piernas juntas aceptaron que él intentara la temida Desfloración pero tan pronto intuyeron la proximidad del Miembro viril (como dicen los abogados) arquearon el cuerpo, cerraron los muslos; la vagina se contrajo aún más y recularon, (en el más amplio sentido del término), expresando evidentes muestras de dolor. Como el inexperto galán no deseaba dañar a su pareja se retiraba y procuraba calmarla, para más tarde intentarlo de nuevo. No obstante, lo más factible es que la escena se repitiera, ad nauseam.

***Cuando este evento sucedía durante la Luna de miel, la situación se tornaba más compleja porque se sentían compelidos a cumplir con una obligación pero, el impacto emocional experimentado por él, al ver a su pareja sufriendo, le llevaba a postergar los encuentros. Pena, enojo, decepción, frustración y vergüenza fueron sólo algunos de los sentimientos y emociones que permanecieron ocultos bajo el manto de la confusión. Casi en automático, establecían una especie de pacto secreto: postergar los intentos hasta llegar a su casa.

Pero el arribo al nuevo hogar no garantizaba que las cosas se remediarían. Aunque no analizaremos a aquellas parejas que llegaron a vivir a casa de los suegros, es fácil imaginar que el asunto se complicaba mucho más. Con el pasó del tiempo los encuentros se espaciaban pero, debe quedar claro que la falta de penetración, no necesariamente, significaba ausencia de placer, pues la mayoría de esas parejas son capaces de alcanzar altos grados de excitación y llegar al orgasmo, salvo para algunas mujeres que padecieron abuso sexual en su infancia. Lo anterior es entendible, pues si la dificultad es penetrar, todo lo demás se puede hacer, por ejemplo: brindarse caricias y más caricias siempre y cuando no ronden las cercanías de la vagina, porque de inmediato ella se tensará.

***Pocas parejas se atreven a solicitar ayuda, pues creen ser las únicas en padecer esta situación sintiéndose avergonzadas. Suele ser la mujer quien primero abra la problemática ante un familiar, una amistad o un profesional de la salud y es que en ellas, su preocupación es mayor pues el reloj biológico es inclemente, es decir, la capacidad reproductiva tiene una menor duración que la de un hombre. La gente que les rodea, no cesa de interrogarles: ¿Ya encargaron? ¿Cuándo llegara la criatura? Conforme las excusas se van agotando, se angustian y eso puede propiciar que se movilicen en busca de asesoría.

En el coito no consumado pueden coincidir varias disfunciones pero resalta lo negativo que puede resultar una educación tan restrictiva, llena de ignorancia y prejuicios. Es evidente que en la mayoría de estos casos, la información, educación y programación sobre sexualidad recibida o más bien padecida estuvo llena de prejucios y falacias.

Anteponer el pecado al placer, es algo inaudito y deja mucho que desear, sobretodo para quienes aseguran anhelar que sus descendientes sean personas responsables y vivan de la mejor manera. De ser cierto lo anterior tendríamos que comportarnos de manera íntegra, honesta y congruente, aunque siempre he dicho que hacer discursos es fácil, lo difícil es vivirlos.

***Hay una frase que me estremece de “Los hermanos Karamazov”, obra escrita por Fiodor Mijáilovich Dostoyevski, considerado como uno de los más grandes escritores de todos los tiempos y uno de mis favoritos, la cual dice lo siguiente:

“Todos somos culpables para con todos…
y yo más que todos”.

Esto me parece pertinente para el tema de hoy aunque en vez de culpables prefiero usar responsables, y es que lo que sucede con estas parejas es responsabilidad de la sociedad en la que viven, es decir, la nuestra.

La Educación Integral de la Sexualidad debería de impartirse en TODOS los recintos escolares, sin embargo, existen personas que aseguran que esa responsabilidad le corresponde sólo a los progenitores, valdría la pena averiguar si:

¿de verdad padres y madres de este país tienen conocimientos objetivos, actualizados y libres de prejuicios para educar a sus descendientes en lo relacionado con la sexualidad? Me ayudaría mucho tu respuesta sincera referente a ti y por supuesto lo que piensas respecto al resto de padres y madres.

Igual tenemos responsabilidad quienes nos desempeñamos en los ámbitos de la Sexualogía, porque pese a nuestros esfuerzos hemos avanzado menos de lo que quisiéramos.

Quienes se dedican a la política y cuestiones empresariales igual tienen responsabilidad por la forma en que actúan para conseguir lo que quieren sin importarles lo que suceda con la ciudadanía.

Y yo soy responsable, porque seguramente puedo esforzarme más para hacer llegar, que no imponer, mis ideas a otras personas para que las escuchen, sopesen y decidan, conscientemente, qué hacer y cómo vivir su sexualidad con placer y respeto para si y para el resto de la gente.

Coadyuvar a que estas parejas consuman su unión es una de las empresas más satisfactorias que he tenido.

Como dato curioso, o más bien indignante les comento que durante años, su propusieron intervenciones quirúrgicas para ensanchar el orificio vaginal, pues les resultaba más fácil abrir y escindir que escuchar a un par de seres humanos que padecieron los embates de la mojigatería y el conservadurismo.

NOTA: Sugiero no cambies de religión, pero que te atrevas a escuchar en este mismo espacio “El dios de Spinoza”.

Bibliografía:
  • Delfín, Lara, Francisco. Todos pueden menos yo, en Sex populi. Secretos y testimonios sobre sexualidad. Editorial Norma. México, 2004. 183-192.
  • Leiblum, Sandra, R. y Rosen, Raymond, C. case Studies in Sex Therapy. The Guilford Press. USA, 1975: 251.

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