Fetichismo

Por Francisco Delfín Lara

Para una gran cantidad de personas este término evoca al individuo que subrepticia y sigilosamente se desplaza por las azoteas robando ropa interior femenina para masturbarse en su casa, donde vive solo pues es incapaz de relacionarse. Lo anterior es fácil de decir, pero difícil de comprobar porque casi nadie sabe donde ponen a secar su ropa interior las mujeres.

Para las mentes conservadoras solazadas en tratar de controlar el comportamiento ajeno, el ejemplo anterior, sin forzosamente poder generalizarse, se convierte en la perfecta excusa para despotricar contra todo aquello que no se realice como ellas determinan, señalan, advierten u ordenan.

Sin embargo, vale la pena comenzar el análisis del tema desde el principio.

En primera instancia se dice que esta palabra proviene del portugués “Feitiço” cuyo significado es “hechizo”; apareció en francés allá por 1757 por parte de Charles de Brosses (1). Esta propuesta es muy de mi agrado, porque el fetichista queda hechizado, encantado o cautivado con un determinado objeto confiriéndole significados especiales y por tanto muy personales.

Durante mucho tiempo a conductas de este tipo se les consideró como aberraciones, perversiones o desviaciones, basta con leer “Psicopatía sexual” (1886) de Richard von Kraft-Ebing, autor para el cual el acto sexual debía estar encaminado hacia la reproducción, cuando ese no era el propósito principal los individuos recibían tales calificativos. Visto con cuidado dichos conceptos más que descriptivos resultaban valorativos, esto es valoraban negativamente tales conductas.

Freud, atinadamente, señaló que la conducta sexual infantil era polimorfa y perversa; lo de poliforma hacía alusión a que son muy variadas las formas de expresión, y lo de perverso hacía referencia a que fuese cual fuese el comportamiento no llevaría a la reproducción. Hasta ahí todo estaba bien, el problema surgió cuando se generalizó, que el fin de todo encuentro sexual debía ser la reproducción. La Biblia lo menciona, si una religión propone tales mandatos a sus seguidores está en todo su derecho, el problema emergió cuando un grupo de médicos hizo eco de lo anterior y clasificó a quienes no se comportaban de ese modo como enfermos, susceptibles de recibir tratamiento.

Andando el tiempo se intentó erradicar los términos peyorativos y substituirlos por otros más neutros como “Parafilias” neologismo de John Money que, etimológicamente, significa “A un lado del amor”, un poco más suave, pero “a un lado”, significa algo así como lo permitiré porque soy muy magnánimo y te tolero.

A principios de los 80´s en México y en IMESEX, algunos hablamos de Expresiones comportamentales de la sexualidad, y poco después se redujo a expresiones de la sexualidad. La propuesta era que tales comportamientos existían potencialmente en todos los seres humanos, que tenían dos dimensiones una no erótica y otra erótica; ambas con distintos niveles que iban desde la expresión cero o nada hasta exclusividad, la cual aunque difícil no resulta imposible. Debe quedar claro que exclusividad hace alusión a que sólo ese comportamiento funciona para obtener satisfacción sexual o el orgasmo.

En el caso concreto del Fetichismo, y de acuerdo a nuestra propuesta se dice que la inmensa mayoría de las personas tienen un fetiche, si no me lo creen pídanle a una mujer que les muestre su cartera, aparte de las credenciales que resultan indispensables en esta sociedad pues sirven para demostrar que uno es en realidad quien dice ser, muchas traen fotos de alguien por quien experimentan afectos. Los hombres no escapan a esto, abundan quienes igual cargan fotos familiares, y no faltan taxistas que cuelgan del espejo retrovisor el zapato de su hija o nieta; esos objetos tienen un simbolismo específico que les hacer rememorar de forma vívida a una persona. Con inusitada frecuencia se atribuyen al objeto o imagen características milagrosas. Todo lo anterior en el plano no erótico. Y quizá entrando a un terreno que puede considerarse como riesgoso y resbaladizo podríamos pensar igual son fetichistas las personas que usan amuletos o guardan imágenes a las que atribuyen poderes, la mayor parte de las veces sanadores aunque existen variedades que se invocan para causar mal. Mi tía Camila Cienfuegos Oliva cuando salía de su pueblo para ir a México (Así se decía), siempre cargaba una cartera en el seno con estampas de San Judas Tadeo, San Cristóbal y San Miguel, espero coincidan conmigo en que podría considerarse “Fetichista no erótica”. Cualquier parecido con alguien que conozcan será mera coincidencia.

En el terreno de lo erótico es fácil imaginar o recordar al joven que robó las pantaletas de una hermana, prima o vecina y se masturbaba con esa prenda, ya sea viéndola, oliéndola o portándola; lo anterior sirve para entender que estos comportamientos se van entretejiendo y ejemplifican un patrón complejo, pues está el fetichismo, pero si también le atrae el olor hablaríamos de “Rinofilia”, si disfruta el tacto agregaríamos “Tribofilia”, y así podríamos seguir explorando otros sentidos y haciendo más interpretaciones.

¿Puede considerarse lo anterior una patología?

De acuerdo al esquema propuesto existen un par de marcadores a ser tomados en cuenta:

1. Cuando el sujeto se siente mal con su comportamiento y pide ayuda, o

2. Cuando causa perjuicios a otras personas, las cuales pueden llegar a demandarle, por ejemplo, si ya dejó sin tangas a las vecinas de su condominio, y le sorprendieron, es muy factible que lo demanden ante la justicia. En ese caso tal conducta se convierte en un delito, y por tal motivo puede ser canalizado para recibir tratamiento; aunque lo más factible es que se haga acreedor a un castigo.

Pero ¿habrá qué hacer algo con esos individuos que no molestan a otras personas? Si cumple con sus obligaciones, civiles, religiosas y hasta fiscales, y tiene ese tipo de conducta ¿a quién daña? Para acotar un poco más, rara vez las personas con rasgos fetichistas llegan a consulta por motu propio.

¿Cuándo puede hablarse de patología?

Quizás cuando dicho comportamiento se realiza en exceso, o dicho de otra forma, cuando actúa compulsivamente, a tal grado que no cumple con sus actividades cotidianas o éstas se ven alteradas y presenta problemas familiares, escolares, sociales o legales.

Puede darse el caso de que se sienta atraído por objetos, o por partes del cuerpo de otra persona, a lo cual se ha llamado “Parcialismo”, las más mencionadas en la literatura son los pies, y no sólo los pies deformados (para ellos formados) de las mujeres chinas en los siglos pasados, sino los pies por sí mismos, a los cuales el brindarles cierto tipo de tratamientos (caricias) les lleva a excitarse y en ocasiones les permite alcanzar el orgasmo. La mayor parte de las veces se trata de una actividad consensuada, motivo por el cual no resultaría punible. Y es que en el ámbito de la sexualidad

“Se vale todo, siempre y cuando exista acuerdo, no se vale hacer algo en contra de la voluntad de otra persona”.

Como dato curioso abundan quienes afirman que los hombres heterosexuales, por lo general, fragmentan a las mujeres cuando las miran, existen ciertas partes del cuerpo femenino que llaman la atención con mayor intensidad: las nalgas, los pechos, las piernas, la cara, el pelo, y un gran etc. etc. Sugiero pongan atención a los comerciales y analicen el uso que hacen de la figura femenina; desde algún tiempo, Photoshop ha permitido destacar y exagerar aquellas zonas consideradas como erógenas.

Stoller un sexólogo muy connotado decía que

“Un fetiche es una historia disfrazada de objeto”

Robert Stoller

señalaba que el fetichista prefiere un objeto a la persona, el cual a veces necesita robar. Afirmaba que el placer se incrementaba pues el objeto siempre estaría disponible para usarlo cuando y como se le antojara, al fetichista y que, incluso podría destruirlo.

Rodrigues un sexólogo (amigo) brasileño, habla de factores predisponentes, por ejemplo, la dificultad para establecer relaciones interpersonales o una pobre autoestima. Sin embargo, podemos señalar que lo anterior puede ser causa o consecuencia.

Otros autores enfatizan que una conducta pertenece al ámbito de las parafilias cuando se da exclusividad, de modo que si eres como el Aventurero no eres un parafílico porque de acuerdo a la canción:

“Me gustan las altas y las chaparritas, solteras y viudas y…

Los problemas pueden surgir sobretodo en pareja, cuando la conducta no se le ha compartido a la otra persona y descubre algo que le llama la atención, pero además le impacta. Si al individuo, por ejemplo, le gustan las tangas y su pareja descubre que tiene una colección, o una que no le pertenece de inmediato elaborará infinidad de hipótesis que pueden ir desde

“Tienes una amante o eres gay”.

La vergüenza de haber sido sorprendido dificulta el brindar una respuesta coherente. En cambio si le comparte que le gusta realizar el acto sexual de determinada forma y la pareja se atreve a probar cómo se siente al colaborar puede: disminuir su angustia, y en dado caso hasta enriquecer el encuentro sexual.

Quienes acuden a tratamiento con un profesional que maneje dichos casos, no se verá compelido a dejar de hacer aquello que le agrada, más bien se le animará lo mismo que a su pareja a explorar diversas maneras de relacionarse, y después, tomar decisiones de manera responsable e informada.

Podrá parecer un chascarrilo pero si pensamos con detenimiento quizás estemos de acuerdo con que

“El fetiche no es tan problemático como
el metiche que urga en lo que no le interesa”.

Y no lo olviden, Oj-Allah pronto volvamos a coincidir.

Bibliografía:
  • Wilkipedia. https://es.m.wikipedia.org/wiki/Fetichismo
  • Arango de Montis. “Sexualidad humana”. Editorial Manual Moderno. México, 2011
  • Bancroft john. “Humanista sexuality and ITS problemas”. Churchil Livingstone. ELSEVIER. 2009
  • Cabello Santamaría Francisco. “Manual de sexología y terapia sexual”. Editorial Síntesis. España, 2010
  • Gotwald HW y Gale HG. Sexualidad la experiencia humana. Editorial Manual Moderno. México, 1983
  • Kolodny, RC, Masters WH y Johnson VE. “Tratado de medicina sexual”. Edición Revolucionaria. Cuba, 1985.
  • Kolodny RC, Masters WH y Johnson VE. “La sexualidad humana”. Editorial Grijalbo. España, 1987
  • McCary JL, McCary SP, Álvarez-Gayou JL, Del Río C. y Suárez L. “Sexualidad humana de McCary. Editorial Manual Moderno. México, 1996
  • Rodrigues Oswaldo. “Sexología clínica. Una visión Latinoamericana”. Editora LP Books, 2014

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